Todo en el Diseño Humano gira en torno a la maestría sobre el principio de la forma. Toda la historia de la forma se encuentra en el cristal mismo, específicamente el modo en que se supone que esa forma ha de funcionar. Estamos diseñados para ser diferentes. Tu forma es diferente a la de cualquier otro. Todos tenemos una bioquímica única.
Cierto que compartimos similitudes de funcionalidad, en el sentido de que todos nuestros corazones bombean la sangre, pero son diferentes. Hay una diferencia en el modo en que su corazón y el mío van a reaccionar ante dos cosas; aquello con lo que se encuentra en el exterior, y las cosas que interioriza. Este es el binario básico.
Decimos que el Cristal de Diseño es el responsable de construir la forma, pero ¿qué significa esto? El Cristal de Diseño va a crear el entorno en el cual el potencial de consciencia auto-reflectante pueda emerger. Todo en relación al principio de la forma ha girando en torno a poder llegar a un lugar en el que puede crear una forma que repentinamente se haga consciente de sí misma.
El vehículo es construido por el Cristal de Diseño. Esto significa que el cerebro está diseñado por el Cristal de Diseño, y que el sistema linfático está diseñado por el Cristal de Diseño. Toda la infraestructura necesaria para la supervivencia de la bio-forma que eres depende del Cristal de Diseño. Es decir, la propia base de tu inteligencia, porque este es tu sistema de seguridad, y es salvaje.
Todo eso quedó construido antes de que tuvieras una mente, antes siquiera de que la personalidad entrara en el vehículo, ya que sólo cuando el Sol se encuentra a 88 grados antes del nacimiento, el monopolo magnético que se halla dentro del feto ‘llama’ al Cristal de Personalidad. Ya sabes, no me llames, ya te llamaremos nosotros.
Solía deleitarme cuando la gente me planteaba las chorradas esotéricas de si uno elige a sus padres o son una suerte que a uno le caen en desgracia, gente que cree que eligen cuándo, dónde y de qué manera se encarnan, lo cual resulta tremendamente divertido, porque al Cristal de Personalidad no se le ha dado nada a elegir. Nada realmente.
El monopolo magnético del feto emite una frecuencia. Es una frecuencia magnética a través de la que llama al Cristal de Personalidad, una llamada que el Cristal de Personalidad no puede rechazar. No es que el Cristal de Personalidad pudiera permitirse decir: «Oye, que no, que ese no lo quiero.» La frecuencia magnética del Cristal de Diseño arrastra al Cristal de Personalidad hacia la caja de materia en la que todo está ya dispuesto. Ya sabes, este cuerpo del que crees que te pertenece, y al que quieres arreglar a toda costa. Todo dispuesto y listo para funcionar.
El monopolo magnético arrastra al Cristal de Personalidad, y la personalidad, que se encuentra allí de repente, se pregunta: «¿Y ahora qué hago?»
A lo que el Diseño responde: «No se supone que tengas que hacer nada.»
Personalidad: «¿Qué quieres decir?»
Diseño: «Bueno, pues que no tienes que hacer nada, que no hay nada que hacer.»
Personalidad: «Entonces, ¿para qué estoy aquí?»
Diseño: «Bueno, simplemente para ver si funciona.»
Porque esa, y no otra, es la verdadera cuestión. ¿Funciona o no? Introduce el software en el hardware, y lo que tienes es un programa. Todo gira en torno al programa de la consciencia encarnada en la forma.